En la triple frontera amazónica, donde Perú, Colombia y Brasil comparten selva, río y desafíos comunes, el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, decidió izar una bandera… pero no de integración, sino de provocación.

El video que circula en redes lo muestra cruzando el río Amazonas y colocando una bandera de Colombia en Santa Rosa de Loreto, territorio peruano reconocido internacionalmente. Lo acompaña una frase que resuena más como arenga que como argumento:

“Nos quitaron Panamá, nos quitaron San Andrés. No voy a permitir que nos quiten el Amazonas. Santa Rosa es Colombia. Nuestra Colombia se defiende con el alma.”

La escena, que parece sacada de un guion de campaña más que de una agenda diplomática, ha encendido alarmas en Lima. La Cancillería peruana respondió con firmeza, reafirmando su soberanía sobre Santa Rosa y calificando el acto como una provocación innecesaria.

🎭 ¿Patriotismo u oportunismo?

Quintero, aliado del presidente Gustavo Petro y aspirante presidencial para 2026, ha optado por el camino del nacionalismo simbólico, ese que ondea banderas en tierra ajena para ganar aplausos en casa. Pero el gesto no solo incomoda a Perú: también pone en entredicho la seriedad con la que Colombia aborda sus relaciones exteriores.

La zona en disputa no está en guerra, está en diálogo. Los cambios en el caudal del Amazonas han generado preocupación legítima en Leticia, pero la solución no está en izar banderas, sino en acuerdos binacionales, estudios técnicos y cooperación fluvial.

🧨 El riesgo de politizar la selva

Cuando los territorios se convierten en escenarios de campaña, los pueblos que los habitan quedan atrapados entre discursos y fronteras. Santa Rosa no necesita una bandera ajena, necesita inversión, salud, conectividad y respeto. Lo mismo Leticia.

Quintero no defendió Colombia. Defendió su narrativa. Y en ese intento, puso en juego la diplomacia, la paz fronteriza y la dignidad de dos naciones hermanas.

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