Por Eduardo Garzón

El presidente desbordado…

El peor enemigo de Andrés es Andrés. Este es ya un axioma en la historia contemporánea de México. El presidente entra en su personaje, que cada vez convence a un número menor de fidelizados, y asume su careta de inocencia cotidiana: “yo no sé por qué se alebrestaron tanto”… La máscara de inocencia es una actuación que merecería una nominación. ¡Si únicamente dio información sobre lo que gana Loret! ¡Si solamente violó la Constitución y una cantidad considerable de leyes relativas a la protección de datos privados de los ciudadanos! ¡Si nada más marcó tendencia mundial la respuesta de miles que “se alebrestaron” en las redes sociales…

Pero Andrés insiste. Asume que esta exhibición pública es “legítima defensa” y ya califica de “golpistas” a quienes le critican. Andrés, enemigo de Andrés, se ha desbordado. El tema escala al grado de que el consejo consultivo del IANI, el Instituto nacional de transparencia y acceso a la información, exhortó a este organismo a actuar contra el presidente, para garantizar el derecho a proteger los datos de los particulares. Andrés, desbordado, podría ser amonestado púbicamente por esta conducta, y aún más, pagar una multa que podría ascender a más de 144 mil pesos, sanción que tiene que ver con la violación a la privacidad de los datos de ingresos de Carlos Loret de Mola, ya sistemática en su tiempo de sobreexposición de las mañanas (que ha dejado ya de ser un show con tintes de diversión y se acerca a un argumento de película de terror)

El presidente insiste en pedir al INAI, que investigue los datos, que reiteradamente apunta en sus PowerPoint matutinos, sobre los ingresos de Loret. Él, encarnando el Estado, supone que el periodismo ejercido en empresas privadas es de competencia de la función pública. Exige comprobar si los datos son verídicos. Los exhibe, impúdicamente, pero sobre todo con la fuerza desmedida del Estado en un primer mandatario desbordado. ¿Y, si lo fueran? ¿Esta estrategia bastaría para detener el escándalo que el ego de propio presidente ha convertido en casi tragedia nacional? Ya mucho se ha comentado del peligro autoritario que supone un sobre ejercicio del poder de esta naturaleza, como para abundar en lo mismo. Lo relevante es el grado de descomposición emocional interna del presidente, que he perdido contacto con la realidad, la lógica, la sensatez y el sentido común, aspectos en verdad relevantes cuando se ejerce la primera magistratura de una nación.

Ya no se trata del lugar en la historia que va a ocupar Andrés. Se trata del impacto que puede tener un presidente desbordado, mucho más cercano a los arrebatos de López Portillo que a la serenidad republicana de Juárez. Sobre todo, en el ánimo de millones, que, aunque siguen bajando en número en las encuestas, son legión de desbordados que reducen el escándalo a la agresión, el insulto y la descalificación, tal y como ocurre con su líder. El guía, desbordado, hace que la cordura nacional también se rebase. Que la insensatez, el oprobio, la agresión y la descalificación inunden la vida nacional. Es ya una pelea entre pro-Amlos vs pro-Lorets. El presidente, desbordado, llevó el punto de fricción a un territorio equivocado. Andrés desesperado por ver bajar su popularidad, por intuir como se aleja a paso veloz de Cárdenas o de Madero, es el peor enemigo de Andrés. Andrés, líder, también se torna en enemigo de sus seguidores al trasgredir la cordura, no solamente personal, sino colectiva.

Ya conocemos la tozudez de Andrés. Perdió la agenda nacional en estas dos semanas de tratar de resarcir lo que hasta ahora parece imposible y cobra ánimo en la opinión pública. Desacreditar a Loret, si bien le da un respiro a López Dóriga, a Aristegui o a Gómez Leyva, astilla cada vez más su propia credibilidad. Erosiona su verosimilitud. Le quita la máscara a su personaje. Ya la legítima defensa o el derecho de réplica se convirtieron en el atropello ilegal. Pero, sobre todo, los alegatos en torno a la limpieza de su hijo, su nuera y la compañía involucrada en un presunto conflicto de intereses, cada vez resuenan más lejos del discurso de la negación esquizoide, y más próximas al ánimo de la gente sencilla que asume que “si el río suena es porque agua lleva”. Andrés, desbordado, ha provocado un sonido atronador de las aguas de este río.

Dos años de AMLO en México: ¿un gobierno de izquierda? | LSE Latin America  and Caribbean
Imagen tomada de Internet

Las opciones de hoy:

  1. El presidente acusa ya una baja de popularidad en una tendencia progresiva. Su insistencia en el tema, su tesón para tratar de convencer a aquél ya lejano 61%, su ego, desbordado, solamente provocará más erosión en su popularidad
  2. López Obrador mostrará una vez más su resiliencia, su capacidad, como el mismo señala, para levantarse de la adversidad. De nuevo el viejo Andrés podrá sacar adelante al Andrés en el ejercicio del poder.
  3. Andrés sobre expuesto por sí mismo, está en una zona de vulnerabilidad como no había estado en todo el ejercicio de su mandato, Houston podría ser una versión primermundista de Ayotzinapa o de la Casa Blanca.
  4. Andrés está contra las cuerdas, pero no en la lona, puede resurgir y dar combate. Sin embargo, su condición ha quedado minada y el retador ha ganado puntos en las tarjetas de los jueces.