En la Ciudad de México, la Fiscalía ha decidido imputar a varios jóvenes detenidos durante la marcha de la Generación Z por el delito de tentativa de homicidio. Una acusación desproporcionada que revela la estrategia oficial: convertir la protesta en crimen, y a los manifestantes en enemigos del Estado.

No es casualidad. El gobierno que hoy reprime es el mismo que ayer se legitimaba en las calles, con paros, marchas y movilizaciones. Claudia Sheinbaum y su círculo político construyeron su narrativa desde la protesta, pero ahora, desde el poder, la sofocan con operativos, detenciones masivas y discursos que estigmatizan a la juventud.

🧩 La contradicción

– Antes: La protesta era bandera de transformación.

– Hoy: La protesta es tratada como delito grave.

– Antes: Se hablaba de democracia participativa.

– Hoy: Se despliegan cuerpos policiacos y se fabrican carpetas de investigación.

👥 El papel de la sociedad

La diferencia la marca la ciudadanía, en la CDMX y en otros estados, ha sido la sociedad organizada la que ha logrado echar abajo detenciones arbitrarias y exhibir la falta de sustento legal en las acusaciones.

🔎 El fondo del asunto

La acusación de tentativa de homicidio contra jóvenes manifestantes es un síntoma de un modelo que teme a la voz ciudadana. El doble discurso es evidente: quienes ayer marchaban, hoy reprimen. Y en esa contradicción se revela la fragilidad de un proyecto que se dice democrático, pero que se sostiene en la criminalización de la protesta.

📌 Cierre editorial

La sociedad ya entendió que protestar no es delito. Los jóvenes de la Generación Z lo encarnan en las calles, y la ciudadanía lo respalda. El silencio de los diputados y de los organismos de derechos humanos solo confirma su complicidad. La verdadera defensa de la democracia está en la gente, no en las instituciones que han decidido callar.