Guadalajara, Jalisco 28 de octubre de 2025 — Mientras el gobierno federal presume estabilidad económica y diálogo abierto, miles de campesinos en Jalisco enfrentan una realidad que no cabe en los discursos oficiales: producir maíz ya no es rentable, y sembrar se ha convertido en una apuesta al fracaso. Por eso hoy bloquean carreteras. Por eso hoy paran el país.

Desde el lunes 27 de octubre, agricultores tomaron los principales accesos a la Zona Metropolitana de Guadalajara: el Macro Libramiento, la carretera a Colima, la vía a Nogales, la caseta hacia Ocotlán y el kilómetro 40 rumbo a Morelia. La protesta, encabezada por el Movimiento Agrícola Campesino y la UNTA, exige un precio de garantía de $7,200 por tonelada de maíz y $6,000 por tonelada de sorgo. Lo que reciben actualmente ronda los $5,000, insuficiente para cubrir fertilizantes, diésel, maquinaria y agua para riego.

La respuesta oficial ha sido tibia, tardía y distante. Mientras otros estados han logrado acuerdos parciales, Jalisco sigue sin interlocución directa ni propuestas concretas. Los productores denuncian que ni la Secretaría de Agricultura ni Gobernación han ofrecido soluciones reales. “Nos tratan como si fuéramos un estorbo, pero sin el campo no hay país”, declaró uno de los líderes en Tlajomulco.

El bloqueo ha dejado varados a transportistas, pasajeros y familias enteras. La terminal de autobuses de Zapopan suspendió corridas hacia Colima, Morelia y Nogales. Las filas de vehículos alcanzan hasta 13 kilómetros. Pero los campesinos insisten: “No es por gusto, es por necesidad. Si no luchamos, nos hundimos.”

Lo que está en juego no es solo el precio del maíz. Es el reconocimiento al campo como motor económico, como garante de soberanía alimentaria, como espacio de vida digna. La insensibilidad gubernamental no solo ignora cifras: ignora historias, comunidades, generaciones enteras que viven de la tierra.

La protesta sigue. Y seguirá, dicen los productores, hasta que el gobierno escuche. No con promesas, sino con justicia.